La Segunda Venida







Jesús habló claramente acerca de la Segunda Llegada (Mt. 16:27). Pero dijo que nadie sabía de aquel día ni de aquella hora, ni siquiera los ángeles del cielo (Mt. 24:36). Por esto, hasta el presente, se ha considerado imprudente tratar de saber cuándo, dónde y cómo vendrá el Señor. Examinando las palabras de Jesús, «sólo el Padre» lo sabe (Mt. 24:36) y el versículo, «No, no hace nada el Señor Yahvéh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Am. 3:7), podemos comprender que Dios, que conoce el día y la hora, hará conocer seguramente a Sus profetas todos los secretos concernientes a la Segunda Llegada del Señor antes de realizarla. Por ello, Jesús dijo que el Señor vendría como un ladrón (Ap. 3:3), mientras que en otra ocasión dijo que para aquellos que están en la luz el Señor no vendría como un ladrón (1 Ts. 5:4). Realmente Jesús vino como un ladrón para los jefes de los sacerdotes y escribas que estaban en la oscuridad, pero al hogar de Juan Bautista que estaba en la luz, Dios reveló de antemano el nacimiento de Jesús. Al tiempo de su nacimiento, reveló el hecho a los Reyes Magos de Oriente, a Simón, a Ana y a los pastores. Por otra parte, Jesús advirtió a la gente que velase en todo tiempo, orando para que pudiese tener la fuerza para escapar de todas las cosas que tendrían lugar, porque el día de la Segunda Llegada vendría sobre ellos de repente como un lazo; por lo tanto, es evidente que Dios lo revelará de antemano a los creyentes que estén en la luz, para que así puedan prepararse para el día venidero del Señor. Según los ejemplos que aparecen en el curso de la providencia de la restauración, podemos ver que Dios siempre hizo las cosas después de haber revelado de antemano los hechos a Sus profetas; por ejemplo: el juicio en tiempos de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra y la llegada del Mesías. Por consiguiente, es evidente que, en la Segunda Llegada del Señor, Dios hablará a quienes tengan oídos para oír y ojos para ver de manera que puedan ser iluminados por los creyentes sobre lo que ha de tener lugar, pues El prometió que en los Ultimos Días derramaría Su Espíritu (Hch. 2:17).


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